LOS CUATRO GATOS QUE MUEVEN EL MUNDO
Ocurrió hace un mes, quizá mes y medio. Me habían llamado de la Asociación de Vecinos de Campamento para que les llevara un megáfono que obraba en mi poder. Por ese motivo fui y, ya puestos, me quedé. Se trataba una concentración en el centro de salud del barrio, en defensa de la atención primaria, que se encuentra en franco deterioro. Todos lo sabemos, en especial los que están contratando seguros privados para garantizarse la mínima atención, aunque sea pagando por un derecho básico. Y, entonces, los vi. Eran, como se dice coloquialmente, cuatro gatos. Curiosamente, no había ningún joven, ninguno. Personas mayores, tampoco, quizá tres, cuatro, cinco... Eran personas MUY MAYORES. Debían rondar los 80. Sus bastones les delataban. Pero eran ellos, los reconocí; eran LOS CUATRO GATOS QUE MUEVEN EL MUNDO, los que saben que hay que echarse a la calle, que es allí donde se logran las cosas. En el parlamento también, a veces, pero siempre después de las movilizaciones. Ayer los volví a